En éstas últimas semanas, dada la situación excepcional que estamos viviendo, la importancia de la presencia en la red se ha hecho del todo incuestionable. La aceleración del proceso hacia una completa transformación digital se ha hecho si cabe, más evidente.
La Revolución Digital que venimos viviendo desde finales de los años 50 ha creado un nuevo mundo sujeto a la tecnología y a Internet. De ahí la importancia de la presencia en la Red, sobre la que queremos reflexionar en esta segunda entrada del blog.
Desde mi experiencia, creo que estamos tan solo al principio de una transformación mucho mayor, seguramente de lo que alcancemos a imaginar, más incluso de las que nos han mostrado películas y series de ciencia ficción.
Uno de los temas que me preocupa es esa falsa seguridad de saber lo que estamos haciendo, tanto a nivel personal como profesional, dentro de la Red. Quizás pertenecer a la generación Millennial nos ha creado esa seguridad de control del medio.
Personalmente creo que nos falta conocimiento, definir estrategias, conocer y manejar de manera óptima las herramientas que ésta nos ofrece. Por otra parte, desde un punto de vista más estoico se hace evidente la carencia del pensamiento crítico y en un plano más espiritual conocer qué es lo que queremos de nosotros mismos en y con la Red para dejar de actuar sin identidad utilizando los medios sociales de forma genérica y sin criterio.
Es cierto que la Red nos permite alcanzar unos objetivos de forma nunca antes imaginada y de la misma manera, como la otra cara de la moneda, nos enfrenta a problemas nuevos con los que lidiar. Siendo conscientes de ello podremos obtener grandes resultados a nivel profesional, ya que es, en mi opinión, el mejor escaparate que hoy tenemos de la misma manera que conocer qué peligros entraña nos hará tomar conscientemente las medidas que adoptar con respecto a ellos.
A nivel personal, solo hago uso de Instagram para compartir de manera pública fotografías de viajes siempre a posteriori. En contadas situaciones aparezco en ellas y lo mismo pasa en los stories.
Por raro que pueda parecer, reinstalé hace unos meses Whatsapp, tras cuatro años sin usarlo, para comunicarse con los grupos de trabajo de la UOC. La constante sensación de conexión con personas que de otra manera no lo estaría fue la que me hizo decidí no hacer uso de la aplicación. Estoy en contacto frecuente con las amigas más cercanas y la familia por la mensajería que permite Instagram y claro está por teléfono, de manera que me comunico con ellas cuando realmente queremos y necesitamos.
Con esto quiero decir, que la sociedad y la época que nos toca vivir implican, aunque sea de forma mínima, nuestra presencia en la Red.
Es curioso que cuando las personas escuchan que no tengo Whatsapp la mayoría responde: “qué envidia”, “a mi gustaría pero me es imposible”, “qué bien haces, qué bien tienes que vivir”, «¿y cómo hablas con la gente?… Esto me lleva siempre a la misma reflexión, realmente ¿por qué lo hacemos de ésta manera? ¿estamos haciendo un buen uso de los medios sociales?.
En cuanto al tema del egosurfing, podéis imaginar que no siendo muy activa en los medios sociales y teniendo algo de recelo a mi intimidad no he encontrado nada bajo la búsqueda de mi nombre y apellidos. La cuenta de Instagram que uso está bajo otro nombre, con lo que no ha sido mucha sorpresa para mi.
Por otro lado el tema la política de privacidad, como la mayoría de vosotros, nunca la leo. Por lo que lanzo aquí otra reflexión, si la mayor parte de las personas no lo hacemos porque es tedioso, poco legible, lento, muchas veces indescifrable y lento lo que hemos de exigir es un cambio en la exposición de estos textos. Está claro que esto no nos disculpa pero deja claro que es un problema pendiente de resolver dentro de la disciplina del Diseño de Interacción.
Como conclusión a esta reflexión creo que será beneficioso aumentar mi presencia en la red haciendo hincapié en el ámbito laboral creando un perfil profesional en Instagram y/o un portfolio online de cara a un futuro próximo, con toda seguridad, laboralmente complicado.